domingo, 14 de septiembre de 2008

La Locura y el Amor

Hace muchísimos años se reunieron varios sentimientos y algunas cualidades del hombre.
Cuando el Aburrimiento bostezaba por tercera vez, la Locura propuso algo; Vamos a jugar a al escondite.
La Intriga se levanto extrañada, y la Curiosidad, sin poder contenerse, preguntó; ¿Al escondite? ¿Y cómo se juega?
- Es un juego donde yo me tapo la cara y empiezo a contar, desde el uno hasta un millón. Mientras, vosotros os escondeis. Cuando termine de contar, os buscaré hasta que os encuentre-. Explicó la Locura.
El Entusiasmo bailó de contento. La Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda, e incluso a la Indiferencia, a la que nunca le interesaba nada. No todos quisieron participar. La Verdad prefirió no esconderse. - ¿Para qué? Si al final siempre me encuentran.- La Soberbia pensó que era un juego muy tonto. Aunque en realidad lo que le molestaba, era que la idea no había salido de ella. Y la Cobardía, prefirió no arriesgarse. La Locura rápidamente comenzó a contar. La primera en esconderse fue la Pereza, que como siempre, se dejó caer en la primera piedra que encontró. La Envidia se fue detrás del Triunfo, quien por su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse. Cada sitio le parecía maravilloso para alguno de sus amigos. El lago cristalino para la Belleza, la hendija de un árbol era perfecto para la Timidez y una ráfaga de viento le parecía magnifica a la Libertad. Por fin después de pensar primero en todos, la Generosidad terminó ocultándose en un rayito de sol. El Egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio. Era ventilado, cómodo, pero sólo para él. La Mentira se escondió detrás del arco iris. La Pasión y el Deseo, entre los volcanes. Cuando la Locura casi había terminado de contar, el Amor aún no había encontrado un sitio para esconderse. Todo estaba ocupado. Al fin vio un rosal y decidió esconderse entre sus flores. - ¡Un millón!.- Dijo la locura. Y empezó a buscar. La primera en aparecer fue la Pereza que estaba a sólo tres pasos. A la Pasión y el Deseo, los sintió en el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró la Envidia. Y claro, también encontró al Triunfo. Al Egoísmo no tuvo que buscarlo pues, él solito salió de su escondite que resultó ser un nido de avispas. La Locura de tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la Belleza. Encontrar a la Duda fue mucho mas fácil. La encontró sentada aún sin poder decidir a dónde iba a esconderse. Así fue encontrando a todos; El Talento estaba entre la hierba fresca. La Angustia, en una oscura cueva, La Mentira, detrás del arco iris y, hasta encontró el Olvido, que se había olvidado que estaba jugando al escondite. Pero sólo el Amor no aparecía por ningún lado. La Locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyo de la tierra, en las cimas de las montañas. Cuando estaba por darse por vencida, vio el rosal. Tomó un pequeño palo y comenzó a mover las ramas. De pronto escuchó un doloroso grito. Las espinas habían herido los ojos del Amor. La Locura no sabía que hacer para disculparse. Lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió acompañarlo siempre. Desde entonces, el Amor es ciego y la Locura siempre lo acompaña.

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