viernes, 5 de septiembre de 2008

Ardió la carta

Son las 23h y acabo de leer toda la papeleta que evitaré se quede en el olvido. ¿Lo sabrá ella? Tal vez esté durmiendo ya.
Llevaba tiempo esperando que esto sucediera.
Se levantó y fue a preparar una cafetera, mientras, no soltaba la carta que contenía aquella realidad. Durante un tiempo había sido su pesadilla. Y ahora, estaba ahí. Ese instante le hacía vibrar.
Escuchó un trueno y se asomó a la ventana. Tal vez haya tormenta. Vio un rayo y comenzó a contar; Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho... ¡promm! La tormenta estaba encima y mirando tras la ventana, sonreía.
La luz de la cocina parpadeó, y el café comenzó a subir.
Otro rayo; Uno, dos, tres, cuatro, ¡promm! ¡Cómo llueve! Y la luz se apagó.
Se dispuso a echarse una taza de café a oscuras, y soltó la carta.
Fue a sentarse junto a la ventana para seguir disfrutando de la tormenta. Cada vez caía con más fuerza y su sonrisa era iluminada por cada rayo que asomaba. Vio una pareja correr bajo la tormenta; Iban ambos calados hasta los dientes, y reían, reían mientras se paraban para comerse a besos bajo el agua, sin importarles mojarse. Disfrutaban sintiendo sus cuerpos mojados.
En un momento, se le pasaron montones de secuencias vividas durante aquel período de tiempo que tanto deseaba ver su final a estas alturas. Nosotros también íbamos corriendo bajo la lluvia, disfrutando de los besos y abrazos que durante horas, nos permitían sentirnos tan unidos. Pasaron secuencias sin parar y ponía sus rostros en aquella pareja, podía escuchar las frases que se decían, siendo las propias que en otro tiempo habían pronunciado sus labios.
Sintió ganas de volver a leer la carta. Sacó una vela de un cajón, la encendió y comenzó a leerla.
Su sonrisa desapareció, las vibraciones cambiaron y la inquietud se adueñó de su cuerpo. Volvió a mirar a la ventana y ya no estaba allí la pareja. Estaba solo con la carta. Esa carta que le permitía paliar el dolor que había sentido durante tanto tiempo, ¿merecería la pena torturar aquella secuencia que acababa de revivir? Sus ojos se inundaron, y la carta comenzó a mojarse.
Por un instante los cerró y sin percatarse, la carta comenzó a arder. La llevó corriendo a la cocina y cuando su mano quiso abrir el grifo, su mente lo impidió.
Las llamas deboraban todas aquellas razones que borrarían los momentos vividos, permitiendo que vivieran en su recuerdo.
Sonreía.

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